Nombre u obra homónima: Maluenda, Antonio de
Lugar de nacimiento: Burgos
Otros nombres: Antonio de Maluenda
Geografia vital: Burgos; Salamanca; Madrid; Roma (Italia); San Millán de Lara (Burgos); San Miguel el Alto (Toledo); Valladolid
Año de nacimiento: 1554
Año de fallecimiento: 1615
Lengua de escritura: español -
Género literario: a:1:{i:0;s:15:"Poesía lírica";}
Movimiento literario: a:1:{i:0;s:7:"Barroco";}
Relaciones literarias y personales: Miguel de Cervantes, Conde de Villamediana, Juan de Tassis y Peralta, Cristóbal Mosquera de Figueroa, Juan de Salinas, Bartolomé Leonardo de Argensola, Cristóbal Suárez de Figueroa, Andrés de Claramonte y Corroy
Temática: a:4:{i:0;s:7:"Amorosa";i:1;s:17:"De circunstancias";i:2;s:14:"Moral y ética";i:3;s:9:"Religiosa";}
Investigadores responsables: Rodríguez Nicolás, Sergio -
Por Sergio Rodríguez Nicolás
Biografía
La poderosa estirpe de los Maluenda ya estaba asentada en Burgos en la segunda mitad del siglo XIV, si bien es oriunda de la localidad de su misma denominación, Maluenda, situada en el partido judicial de Calatayud. Aunque originalmente conversos, fueron capaces de superar las dificultades que esta condición llevaba entonces aparejada y se convirtieron en una de las familias señeras en Burgos. De hecho, los Maluenda fueron «uno de los pilares más sólidos del mercantilismo burgalés» (Basas Fernández, 1954: 161), sobre todo gracias a la importancia del comercio de lana no solo hacia Flandes, sino también a otros lugares como, por ejemplo, Florencia, Colonia, Amberes y Ruán.

Portada del palacio de Castilfalé, antigua residencia de los Maluenda, tomada de la web del Ayuntamiento de Burgos
Tal era la posición de los Maluenda que Felipe II, en su estancia en Burgos de 1592, se quedó impresionado con las casas de estos, las cuales fueron compradas por Andrés de Maluenda -a cambio de 6.500 ducados- en 1565 (López Mata, 1935a: 254-255). Para hacerse una idea de la magnificencia de la residencia de los Maluenda, el mercader Nicolás de Gauna -quien realizó su venta a estos- la había comprado previamente en 1544 a la viuda Isabel de Bonifaz y había encargado su reconstrucción al cantero Juan de Vallejo y al maestro de carpintería Juan de Aras -ambos muy bien valorados en la capital burgalesa- (López Mata, 1964: 39).
Antonio de Maluenda de la Torre nació, probablemente en Burgos, en el año 1554 -fue bautizado el 27 de septiembre de 1554- (García Rámila, 1950: 94). Tradicionalmente, se había situado su fecha de nacimiento en 1555, dado que en 1580 y con 25 años «solicitó la rendición de cuentas de la época de su menor edad» (López Mata, 1935b: 301), pero la deducción -es decir, la resta de 25 años a 1580- no se ajustaba a la realidad. En cuanto a la rendición de cuentas, estas ascendían a la nada desdeñable cifra de 1.833.000 maravedíes.
Antonio fue el menor de los cinco hijos del matrimonio entre Andrés de Maluenda e Isabel de la Torre y Bernuy (sus hermanos, de mayor a menor, fueron Francisco, Pedro, Catalina y María). Su padre, Andrés de Maluenda, regidor de Burgos, reunió una gran riqueza a través de sus operaciones comerciales; en 1571, Andrés «llama al disfrute del mayorazgo por él creado a sus hijos Francisco, Pedro y Antonio de Maluenda, recurriendo a falta de éstos a su hija María de Maluenda, con la obligación de ostentar las armas de dicho linaje» (López Mata, 1935b: 300); el adinerado comerciante murió el 2 de enero de 1573, cuando Antonio residía en Salamanca como alumno de la universidad salmantina. Su madre, Isabel de la Torre, como viuda de Andrés de Maluenda, se hizo cargo de la compañía comercial con el nombre de su esposo hasta su muerte el 12 de febrero de 1581 (López Mata, 1935b: 301).
A pesar de que sus padres habían decidido conducir al benjamín de sus hijos a las actividades eclesiásticas, Antonio no estudia teología en la Universidad de Salamanca, sino que se matricula en Cánones «hasta cuatro veces y con fechas respectivas de 17 de noviembre de 1572, 16 de noviembre de 1573, 15 de noviembre de 1574 y 18 de noviembre de 1575» (García Rámila, 1950: 95). Por lo tanto, la habitual referencia a su estancia en Salamanca entre 1573 y 1576 es errónea (García de Quevedo y Concellón, 1941: 210), habiendo participado en hasta cuatro cursos académicos que recorrerían cinco años. En los archivos de la Universidad de Salamanca, las noticias se reducen a las cuatro matrículas; esto, sumado a que en ningún otro lugar Antonio de Maluenda se refiere a una posible titulación en Cánones, nos hace pensar que sus estudios quedaron inconclusos.
Posteriormente, Maluenda pasó una temporada en Roma. La estancia en Roma de Antonio de Maluenda sería más extensa de lo que se creyó en un principio, pudiendo desarrollarse desde finales del año 1580 a 1585 (García Rámila, 1950: 96). Se sabe, de hecho, que el poeta burgalés estaba en Roma el 2 de enero de 1585, pues «pidió, por medio de procurador, quien presentó poder dado en Roma, que se le pusiera en posesión de su abadía» (García de Quevedo y Concellón, 1902: 6).
En su trayectoria eclesiástica, Antonio de Maluenda sucede a Francisco de Meda -fallecido el 28 de mayo de 1584- en la abadía de San Millán de Lara, la cual conservará hasta su muerte. Asimismo, es canónigo de la catedral de Burgos -renunciará a la canonjía el 5 de abril de 1589- y también beneficiado de la iglesia parroquial de San Miguel el Alto (Toledo). Tanto en lo que respecta a la canonjía como a la abadía, comienza a hacer residencia Antonio de Maluenda el 24 de septiembre de 1586.
En 1587, se sabe que continuaba en Burgos desempeñando sus cargos, dado que compró una mula el 12 de septiembre. Empero, el 5 de junio de 1589 el cabildo le envía al abad las rentas a Madrid, donde residió, como mínimo, hasta mediados de 1590 porque Maluenda pide, de nuevo, el envío de las rentas de su abadía a la corte el 24 de mayo de 1590. En 1592, de todos modos, el poeta había regresado a su ciudad, como se comprueba con el recibimiento a Maluenda del rey Felipe II en su estancia en Burgos (López Mata, 1935a y 1935b). Felipe II al «abad pidió una noche mostrase su ciencia y lo hizo pareciendo muy bien, como ello lo es, y le pidió le recibiese por su capellán» (López Mata, 1935b: 300). Se entiende, pues, que Maluenda fue invitado para amenizar la velada del monarca por su doble condición de vihuelista y poeta, lo cual causó tan grata impresión en Felipe II que pidió que dijera misa para él.
Aun con sus cargos religiosos, Antonio de Maluenda tuvo dos hijas de distintas madres: Catalina y Leonor. Catalina de Maluenda, «habida seguramente por el poeta antes del viaje a Roma» (García Rámila, 1950: 100), sin certezas sobre quién fue su madre, fue la mayor y la más cercana al poeta de las dos hijas. Catalina ingresó como novicia en el monasterio de San Bernardo -situado justo al lado de la mansión de los Maluenda- el 17 de marzo de 1598, pagando el abad una cuantiosa dote, la cual, además, acompañó con una renta anual y vitalicia de veinte ducados -que aumentaría a veinticinco- y con una herencia de seiscientos ducados. Asimismo, Catalina figura en diversas cláusulas del testamento de su padre como depositaria de dinero en propiedad del abad, quien le encarga a su hija la celebración de 6.000 misas en su honor. Por su parte, Leonor fue concebida en Roma junto a Leonor de Baeza. El propio Maluenda intentó que Leonor, primero, ingresara en el monasterio de Nuestra Señora de la Soledad en Nápoles para que, más tarde, se trasladara a Burgos; no obstante, luego de dieciséis años, Leonor continuaba en Nápoles a pesar de las frecuentes demandas de su padre, quien en su testamento le dejó seiscientos ducados a condición de que Leonor siguiera los deseos del abad y cambiase Nápoles por Burgos. No sabemos si Leonor finalmente cumplió los requisitos establecidos por el poeta.
Murió el abad Antonio de Maluenda el 3 de diciembre de 1615 en Burgos, a los 61 años de edad.
Producción literaria
Las poesías de Maluenda no se pueden circunscribir a una fecha concreta; así pues, no podemos ir más allá de proponer una cronología aproximada para aquellas composiciones de circunstancias relacionadas con peripecias vitales que conocemos a través del rastreo de los archivos por parte de los citados historiadores burgaleses. De este modo, valgan el soneto dedicado a la muerte de su padre, Andrés de Maluenda, que se podría situar en 1573; el soneto compuesto en la justa salmantina de 1598 con motivo de la muerte de Felipe II; el soneto dedicado a Ana de Zuazo -dama de cámara de Margarita de Austria-, que por la referencia al río Pisuerga podría situarse en la época de la corte vallisoletana entre 1601 y 1606; o el soneto dedicado a su sobrina Isabel Sarmiento cuando tomó el velo en las Descalzas Reales de Madrid en 1607 (Muñoz Serrulla y Vilacoba Ramos, 2010: 134).
Cabe destacar que gran parte del corpus del autor burgalés está compuesto por sonetos de diversa temática. En su edición, Juan Pérez de Guzmán divide los poemas maluendinos en relación con su materia, resaltando los de temática amorosa (sonetos XLIII-XC) por encima del resto, ya sean estas composiciones de asunto religioso (I-XVI), moral (XXX-XXXVI), galante (XXXVII-XLII), laudatorio (XXI-XXIX), heroico (XVII-XX) o de temas varios (XCI-XCIII). El corpus de la poesía de Maluenda hasta ahora conocida está constituido por 97 poemas conservados en el Mss/4140 de la Biblioteca Nacional de España, de los cuales contamos 93 sonetos, un madrigal, una canción, una tirada de redondillas y un romance (Maluenda, 1892). No obstante, queda por depurar la producción poética del abad, dado que alguno de estos poemas no es de su autoría, como sucede con el Soneto LI, que «es el famoso poema del conde de Salinas “Estas lágrimas vivas que corriendo”» (Castillo Bejarano, 2019: 229) o el único romance del manuscrito, cuya forma arcaizante se aleja con claridad del usus scribendi de Maluenda.
En lo referente al estilo, el abad de San Millán de Lara es un poeta sobrio cuyas referencias son perfectamente reconocibles, pero, al mismo tiempo, esto no le impide encontrar comparaciones que sorprenden por su precisión -prevalecen aquellas relacionadas con la naturaleza, tanto en número como en calidad-. Si bien no suele violentar en exceso el orden sintáctico habitual, cuando lo hace consigue asombrar al lector sin poner en riesgo la inteligibilidad del contenido -por ejemplo, es común la separación de la perífrasis soler + infinitivo, llegando a interponer entre ambas formas de la perífrasis varios versos-. Son característicos de Maluenda estilemas como la comparación de igualdad encabezada por el pronombre relativo cual o la utilización de adjetivos coordinados para complementar al sustantivo (también es frecuente la coordinación de verbos o sustantivos). Sirva el siguiente soneto como ejemplo de lo apuntado, que Maluenda dedica a san Ildefonso (Maluenda, 1892: 12):
Cual suele en la cerrada noche obscura
-cuando el soplo del cierzo aprieta el hielo-
resplandecer en el nublado cielo
clara estrella cercada de luz pura;
con mayor claridad y hermosura
se mostró de Ildefonso el santo celo,
cuando deshizo el tenebroso velo
de la gente en su error proterva y dura.
Deje el sepulcro y honre su memoria
Leocadia, y la gran reina Soberana
le dé prenda inmortal de su privanza;
mas no se atreva a celebrar su gloria
humana voz, que no es empresa humana;
nuevos milagros pide su alabanza.
Tradición textual
La poesía de Antonio de Maluenda ha llegado a nosotros a través de un cuaderno manuscrito compuesto por su sobrino, Antonio Sarmiento de Mendoza, de cuya vida conocemos algunos detalles debido a que ejerció como secretario y tesorero de Juan José de Austria. En este cuaderno no solo se recogen poemas de Maluenda, pues, aunque es el autor con más espacio con diferencia sobre el resto, aparecen composiciones de otros ingenios como Lope de Vega, Góngora o López de Zárate. Este testimonio está custodiado en la Biblioteca Nacional de España y su signatura es Mss/4140.
A pesar de las alabanzas que despertó entre sus contemporáneos, la obra de Antonio de Maluenda permaneció en el olvido hasta que Juan Pérez de Guzmán (1890 y 1891) la rescató. Además de ello, Pérez de Guzmán recuperó la poesía maluendina en una edición de lujo -en una tirada de tan solo cien ejemplares- costeada por el marqués de Jerez, Manuel Pérez de Guzmán y Boza (Maluenda, 1892). Juan Pérez de Guzmán sigue el cuaderno manuscrito que compuso el sobrino del abad; esto es, la poesía de Maluenda se conserva en testimonio único. Podemos acceder a la edición de Pérez de Guzmán en línea, puesto que se ha digitalizado en la Biblioteca Nacional de España, cuya signatura es R/5854.
Más tarde, algunas de las poesías de Antonio de Maluenda han formado parte de antologías de poesía barroca, como es el caso de la recopilación editada por José Manuel Blecua (1984: 37-38), aunque uno de los sonetos seleccionados sea el de Juan de Salinas citado previamente.
Recepción socio-literaria
La recepción de la obra de Maluenda fue muy favorable entre sus contemporáneos. Esto se comprueba a través de las alabadoras referencias de autores de enorme prestigio -tales como Miguel de Cervantes- o por medio del intercambio de poemas con otros poetas relevantes -son los casos de Cristóbal Mosquera de Figueroa, Juan de Salinas, Bartolomé Leonardo de Argensola y el conde de Villamediana-. Asimismo, no podemos olvidar las múltiples alabanzas que recibió Maluenda por su calidad de músico, en concreto, de vihuelista.
Precisamente, la relación entre la obra de Maluenda y la de Villamediana es muy estrecha -como ha estudiado Rafael Castillo Bejarano (2019)-, existiendo la más que probable posibilidad de que el conde, Juan de Tassis y Peralta, tomara como modelo de imitación ciertos poemas maluendinos, los cuales tendría entre sus papeles y, por ello, algunos fueron impresos con el nombre de Villamediana, a pesar de ser compuestos por el vate burgalés. La ligazón entre Villamediana y Maluenda se halla, ni más ni menos, en hasta trece poemas atribuidos tradicionalmente al conde, entre composiciones idénticas o creaciones que parten de sonetos maluendinos como modelo.
Por otra parte, Miguel de Cervantes (2001) también mantuvo relación con Maluenda, como se comprueba a través de la cita cervantina en su Viaje del Parnaso:
Por entre dos fructíferos collados
(¿habrá quien esto crea, aunque lo entienda?)
de palmas y laureles coronados,
el grave aspecto del abad Maluenda
pareció, dando al monte luz y gloria
y esperanzas de triunfo en la contienda;
pero, ¿de qué enemigos la vitoria
no alcanzará un ingenio tan florido
y una bondad tan digna de memoria? (Cap. 3, vv. 433-441)

Cristóbal Suárez de Figueroa alaba la habilidad como vihuelista de Antonio de Maluenda en el f. 193v, tomado de la BDCyL
Asimismo, lo nombra Andrés de Claramonte y Corroy en su Letanía moral como «insignísimo varón en letras humanas y aventajado poeta en Burgos» (Gallardo, 1866: col. 474).
Destaca su habilidad como músico Cristóbal Suárez de Figueroa (1615: f. 193v), quien lo coloca entre los mejores tañedores de vihuela, junto a Baltasar de Torres, Fuenllana y Enríquez de Valderrábano.
Recepción crítica
La mayor parte de la bibliografía maluendina se ha dirigido a trazar la biografía del abad burgalés, siendo llevada a cabo tal labor de rastreo de archivos por historiadores burgaleses como Manuel Martínez Añíbarro (1889), Juan Pérez de Guzmán y Gallo (1890 y 1891), Eloy García de Quevedo y Concellón(1902 y 1941), Teófilo López Mata (1935a, 1935b y 1964) e Ismael García Rámila (1950). Como se comentaba anteriormente, Juan Pérez de Guzmán y Gallo saca del ostracismo a Antonio de Maluenda, pero es Ismael García Rámila quien aclara enormemente su trayectoria vital, sacando a la luz numerosos datos desconocidos, como su condición de padre de dos hijas.
En lo concerniente a la crítica de su obra, Juan Pérez de Guzmán y Gallo (1892) le dedica una extensa introducción, así como Eloy García de Quevedo y Concellón (1902) muestra su entusiasmo por la calidad poética del abad; no obstante, estas críticas tienen un carácter más bien impresionista, donde domina la subjetividad y cobran gran importancia las relaciones entre Antonio de Maluenda y el Sacristán de Vieja Rúa -pseudónimo de Sebastián Calderón y Villoslada-. Recientemente, Rafael Castillo Bejarano (2019) ha elaborado un interesante artículo sobre los problemas de autoría que presentan varios poemas entre Maluenda y el conde de Villamediana.
En consecuencia, las líneas de investigación en torno al corpus maluendino son múltiples. Entre ellas, queda por realizar la que a nuestro juicio es la tarea principal, una edición crítica de su poesía, que podría alterar la cantidad de poemas que salieron de la mano del abad. También falta investigar la cronología de su obra, dado que, como se ha observado previamente, algunos de sus poemas podemos fecharlos de acuerdo con acontecimientos vitales conocidos. Y, por supuesto, resulta necesario estudiar toda su obra poética en el contexto literario en el que se enmarca: temas, géneros poéticos, lengua poética, versificación…, otorgándole el puesto que merece entre los ingenios de su generación.
Bibliografía citada
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Otra bibliografía
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Responsable: Rodríguez Nicolás, Sergio (supervisado por Juan Matas Caballero).
Sergio Rodríguez Nicolás es titulado en el grado en Lengua española y su Literatura de la Universidad de León y en el doble máster en Estudios Hispánicos Superiores y en Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas de la Universidad de Sevilla.
Juan Matas Caballero, Catedrático de Literatura española en el Departamento de Filología Hispánica en la Universidad de León.
Revisión: Grupo de investigación LETRA.
Cómo citar y DOI del artículo:
Rodríguez Nicolás, Sergio (supervisado por Juan Matas Caballero), «Antonio de Maluenda», Diccionario de autores literarios de Castilla y León (en línea), dir. y ed. María Luzdivina Cuesta Torre, coord. Grupo de investigación LETRA, León, Universidad de León, 2020. [En línea] < https://letra.unileon.es/ > [fecha de consulta]. DOI: https://doi.org/10.18002/dalcyl/v0i23
Editado en León por © Grupo de investigación LETRA, Universidad de León. ISSN 2695-3846.
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