Nombre u obra homónima: Eugenio Vicente Ferrer de Tapia García
Lugar de nacimiento: Ávila
Otros nombres: Eugenio de Tapia
Geografia vital: Ávila, Madrid, Sevilla, Cádiz, Francia, Madrid.
Año de nacimiento: 1776
Año de fallecimiento: 1855
Lengua de escritura: español -
Género literario: a:9:{i:0;s:10:"Compendios";i:1;s:19:"Crítica histórica";i:2;s:18:"Crítica literaria";i:3;s:10:"Didáctica";i:4;s:20:"Literatura jurídica";i:5;s:17:"Narrativa extensa";i:6;s:15:"Poesía lírica";i:7;s:17:"Poesía narrativa";i:8;s:8:"Tragedia";}
Movimiento literario: a:2:{i:0;s:13:"Neoclasicismo";i:1;s:12:"Romanticismo";}
Relaciones literarias y personales: Sebastián Miñaño, Martín González de Navas, José de Vargas Ponce, Diego Clemencín y Manuel José Quintana, Mor de Fuentes, Ramón Gil de la Cuadra.
Temática: a:8:{i:0;s:8:"Burlesca";i:1;s:15:"Crítica social";i:2;s:10:"Didáctica";i:3;s:15:"Entretenimiento";i:4;s:14:"Moral y ética";i:5;s:9:"Política";i:6;s:20:"Reflexión literaria";i:7;s:12:"Traducciones";}
Investigadores responsables: López Santos, Miriam -
Por Miriam López Santos
Biografía
Eugenio Vicente Ferrer de Tapia García, conocido como Eugenio de Tapia, fue, a pesar del relativo olvido al que le han condenado los tiempos, uno de los denominados “liberales del Antiguo Régimen” (según Bernaldo de Quirós Mateos), aquellos prolijos escritores de finales del siglo XVIII que supieron recoger los renovados aires ilustrados que llegaban desde Francia y adaptar los principios de esta nueva literatura a las letras españolas y al sentir del pueblo.
Nació en Ávila el 18 de julio de 1776 en el seno de una familia acomodada. Sus padres eran el escribano de número abulense Josef Benigno de Tapia y, su madre, natural de Olmedo Ángela María García Pérez. Fue el escritor Valle y Bárcena quien recoge en su biografía la mayor parte de los datos que citaremos a continuación.
Tras estudiar tres años de gramática, ingresó con una beca en calidad de media plaza (según Ruiz Lagos), el 19 de octubre de 1970 en el Seminario de San Millán. Durante los tres años que permaneció en dicho seminario, cursó tres años de Filosofía y cuatro de Teología en la Universidad de Santo Tomás. Pronto, sin embargo, entendería que su verdadera vocación estaba en la jurisprudencia, por ello, abandonó los estudios eclesiásticos para matricularse en la Universidad de Toledo, primero, donde conoció y entabló amistad con Sebastián Miñano, y en la Universidad de Valladolid después.
Acabados los estudios y tras vender los derechos a la escribanía pública de Ávila, que le correspondían por herencia paterna, se traslada a Madrid para completar su formación de abogado y licenciarse en Leyes en el Real Consejo de Castilla. Es en este momento en el que se inicia igualmente su carrera como escritor, pues, ese año de 1799, se publica el drama trágico Idomeneo y, de acuerdo con Bernaldo de Quirós, también es posible que ese año estrenara la tragedia Siroe.
Por aquellos años habría de comenzar su participación en las principales tertulias de la vida literaria de Madrid. En ellas conocería a Mor de fuentes y a través de este a Cienfuegos y Quintana.
En 1801, y junto Sebastián Miñano, relata Claude Morangue la complicada situación a la que tuvo que enfrentarse. Fue denunciado a la Inquisición por no observar los preceptos de la iglesia y por haber proferido expresiones irreligiosas. No obstante, salió absuelto de la situación, quizás, como sostiene Morangue, debido a la intervención del Cardenal-Infante Luis María de Borbón.
En este periodo comienza a colaborar, aún de manera esporádica con varias traducciones y poemas, en la revista dirigida por Manuel José Quintana, Variedades de Ciencias, Literatura y Arte, que se publicó durante los años 1803 y 1805 y gracias a la asiduidad con la que participaba en su tertulia. La publicación de un artículo con el seudónimo “Ernesto” en el Diario de Madrid coincide con el nombramiento de comisionado por la Compañía de Filipinas; por lo que se traslada a Londres durante año y medio. Esta época será fundamental no solo para adquirir el dominio del inglés, según manifiesta Valle y Bárcena, sino que le permite entrar en contacto con escritores de éxito que traducirá años después y con subgéneros consagrados como la novela gótica o la novela histórica.
Regresa a España en 1807, año en que aparece anónimo su Viaje de un curioso por Madrid y vuelve a reincorporarse a la tertulia de Quintana, en la que comparte protagonismo con Juan Nicasio Gallego, Blanco White, Arjona, Capmany, José Miguel Alea, Jerónimo de la Escosura, N. Viado o Alcalá Galiano, entre otros.
Siguiendo la línea de sus compañeros de tertulia, en 1808, y tras producirse la invasión francesa, Eugenio de Tapia se posiciona en contra del pueblo invasor y a favor de la cauda nacional. De Hecho, y como apunta Bernaldo de Quirós, su panfleto Dupont rendid, que aclamaba la derrota francesa en Bailén, disfruto de un relativo éxito.
Desde el 1 de septiembre de 1808 participa con Manuel José Quintana en la redacción del Semanario Patriótico; sin embargo, los acontecimientos bélicos le obligan a abandonar Madrid en 1809, refugiándose primeramente en Valencia, luego brevemente en Sevilla, donde habría sido nombrado secretario de la Junta de Gobierno de la Real Compañía de Filipinas, y finalmente en Cádiz, adonde llega en los últimos días de enero de 1810. No habría de dejar de traducir, no obstante, durante este tumultuoso periodo, publicando, entre otras novelas, El cementerio de la Magdalena.
En 1810 se produce también el nacimiento de su hijo Fernando, fruto de su matrimonio con María Jesús de Monasterio, unos años antes.
Ya en Cádiz y reunidos los miembros del Seminario Patriótico, se retoma su publicación. Sus constantes y aplaudidas contribuciones le valen el nombramiento en septiembre de 1812 redactor jefe de la Gaceta de la Regencia, abandonando para ello su puesto en la Compañía de Filipinas.
Insiste Bernaldo de Quirós en la intensa actividad política del autor durante estos años, unida a la literaria a través de decenas de sátiras, algunas de las cuales se han perdido. En primer lugar, el 23 de septiembre de 1811 y luego el 18 de junio de 1813 es nombrado miembro de la comisión que emitió el 9 de septiembre de 1813 un valioso texto, conocido con el nombre de Informe Quintana, pieza de importancia suma en la renovación educativa. Entre el 22 de junio de 1813 y mayo de 1814 aparece también como vocal de la Junta Suprema de Censura nombrado por las Cortes.
Retorna a Madrid a finales de 1813, por indicación expresa de La Gaceta y vuelve a ser confirmado en el cargo de director el 18 de febrero de 1814. Resulta destacable señalar que, al año siguiente, el 22 de febrero de 1814 es elegido miembro de número de la Real Academia Española, junto con Quintana, Martínez de la Rosa y Vargas Ponce. Asimismo, el 5 de abril de 1814 es designado miembro de la comisión para la reforma del Código Civil y del Código Criminal.
Con la toma del poder por parte de Fernando VII, tal y como queda documentado por Ruiz Lagos, fue encausado en el proceso contra el Semanario Patriótico, pero salió absuelto. También habría de ser denunciado y detenido junto con alguno de sus compañeros, por el impresor Vicente de Lema, como cabeza de una conspiración. Por esta causa entrarán en prisión el propio Tapia, su mujer y su hijo (al que dedicará su “Epístola a Fabio”), y, aunque resultarán absueltos, el pequeño no pudo sobrevivir a la enfermedad que ya padecía. Bernaldo de Quirós considera que la denuncia pudo deberse a rencores personales por sus ideas liberales y por las sátiras que había compuesto en su época en Cádiz. Habría de ser durante estos años y antes de la llegada del Trienio liberal cuando escribe obras como La enterrada en vida (Barcelona, 1815 y 1820) o Cartas a Sofía (1819).
Aunque el 25 de marzo de 1820 fue nombrado director de la Imprenta Nacional, manteniendo el destino en la Gaceta, lo que le habría de reportar importantes ganancias (según Pérez de Guzmán), su situación personal pasaba por una profunda crisis, debido a la muerte de su hijo y a la etapa de represión que había conducido a muchos de sus compañeros y amigos a la prisión o al exilio. Sin embargo, la llegada del mencionado Trienio Constitucional mitiga esta crisis y es elegido diputado por Ávila en las elecciones de 1820, formando parte de la fracción moderada de los liberales, partidarios de la negociación y el diálogo con los absolutistas, con una participación activa y aplaudida por sus compañeros, hasta su cese el 15 de febrero de 1822.
El 4 de diciembre de 1821 nace un nuevo organismo, la Academia Nacional, con la pretensión de reunir en ella a parte de los más distinguidos personajes de la cultura española, pasando Tapia a ser elegido miembro de la misma, hasta el fin del Trienio y la vuelta de Fernando VII al poder, que dio por concluida la etapa de este organismo. Habría de escribir durante estos años obras como Ensayos satíricos (1820) y Poesías (1821), aplaudidos por la crítica.
Tapia, como el resto de los liberales no purificados, fue desterrado fuera de Madrid por el decreto de 4 de octubre de 1823 de Fernando VII, pero prefirió exiliarse en Francia durante algunos meses (como confirma Ochoa), siguiendo la estela de la élite económica que se trasladaría a París y tras pedir su dimisión, no admitida, como director de la Gaceta.
Al regresar vivió algunos años en Barcelona y luego en Valencia, antes de obtener permiso para instalarse definitivamente en 1831 en Madrid, con la apertura política y el retorno de los liberales. Durante estos años se publican obras como Manual de juicios de inventarios y partición de herencias (1825), la traducción de obras como El talismán (1826), Tratado de la educación de las niñas (1826) y Teórica del arte de Notaría(1828), junto con Febrero novísimo (1828-1831) y Tratado de los recursos de fuerza (1830), que de acuerdo con Bernaldo de Quirós le habrían servido como sustento durante unos años difíciles en los que no tuvo empleo alguno.
El propio Bernaldo de Quirós documenta con rigor histórico los cargos que le fueron ofrecidos a Eugenio de Tapia tras la muerte de Fernando VII en 1833. Es nombrado subdelegado de Fomento en Tarragona, cargo que no aceptaría, para formar parte de una comisión creada el 30 de enero de 1834 para redactar un nuevo Código Civil, siendo además nombrado magistrado honorario de la Audiencia de Valladolid. También aparece en 1834 como vocal de la Dirección General de Estudios, bajo la presidencia de Manuel José Quintana y es elegido diputado por Ávila en las elecciones de 1836.
Una vez que quedó suprimida la Dirección General de Estudios, el 1 de junio de 1843, fue nombrado vocal del Consejo de Instrucción Pública, con el cargo de presidente de la sección de Jurisprudencia y el 14 de agosto de 1843 director de la Biblioteca Nacional, cargo del que se jubiló, a petición propia, el 30 de mayo de 1847.
Valle y Bárcena confirma que una de sus principales preocupaciones fue el incremento de la colección mediante la adquisición de libros modernos, especialmente extranjeros. Durante esta época tampoco habría de descuidar su faceta de periodista, siendo director de El Museo Literario en 1844.
Antes de morir le fue concedida, sin é saberlo, como indica Bernaldo de Quirós, la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. Fallecía el 4 de agosto de 1860 y fue enterrado en la sacramental de San Justo, con interesantes referencias en la prensa de aquellos años.
Producción literaria
La obra literaria de Eugenio de Tapia se sitúa en el intervalo cronológico que va de 1799 a 1860,identificándose con el grupo de intelectuales de finales del siglo XIXVIII y principios-mediados del XIX, especialmente ligado a los liberales reformistas que lucharon el fin del Antiguo Régimen.
Su producción se compone fundamentalmente, y como veremos a continuación, de una serie de libros publicados entre 1799 y 1840. Su pensamiento creador se encuentra conformado por producciones dramáticas, líricas, ensayos jurídicos, históricos, obras didácticas y textos variados (políticos, periodísticos y administrativos), sin olvidar su faceta como traductor, que son una muestra de la profunda implicación y compromiso del propio autor con la modernización y racionalización de su país y con la inserción de este en las últimas corrientes literarias que llegaban desde Europa.
Para acceder a sus ideas habría que acceder a sus manifiestos, reseñas o intervenciones, en la que fija las claves de su pensamiento, pero también a asociaciones a las que perteneció y a los periódicos en los que colaboró El Semanario Patriótico, la Gaceta de la Regencia o El Museo Literario.
Sus escritos vinculados a su etapa como académico (Real Academia de la Lengua y Academia Nacional) resultan fundamentales para fijar una de las claves de su pensamiento, responsable de una parte importante de su producción literaria. Suyo fue el Reglamento de Instrucción Pública, publicado en 1813, fruto de su doble papel como asesor de la Dirección General de Estudios y como promotor de las ciencias en España. Participó igualmente en la reforma del Código Civil de 1814 y sus obras jurídicas, Manual de práctica forense, Manual de juicios de inventarios y partición de herencias y Tratado de jurisprudencia mercantil, gozaron de bastante difusión al contar con hasta cinco y seis ediciones cada una en España y en París, México o La Habana.
Su carrera política le llevó a centrar sus preocupaciones, asimismo, en el ámbito de la instrucción pública. Junto a Quintana y otros liberales de su tiempo, como apunta Bernaldo de Quirós, acometió muchas reformas educativas. Una de ellas fue el Proyecto de Decreto de Instrucción Pública de 1820. También habría de formar parte de la comisión que aprobaría, dentro de la Dirección General de Estudios, un “arreglo provisional” al Plan de Estudios del Duque de Rivas en 1836).
Ya dentro de su faceta como creador, destaca su producción dramática y poética, a medio camino entre el Neoclasicismo y el impulso prerromántico, aunque bien es cierto que se manifestó en sus escritos en contra de este último. La gran parte de su teatro, dividido en comedias y tragedias, se inserta en el movimiento neoclásico, por su finalidad moral y su sometimiento a las reglas, por su crítica implacable a la inmoralidad y al abuso de tópicos, pero con La enterrada en vida realizó Tapia una incursión en el denominado drama gótico, plenamente neoclásico, pero movido por impulsos diferentes, en la recreación de la oscuridad y del horror más sublime, que tantos éxitos había cosechado en Inglaterra y en Francia. Sus comedias y a pesar de aparecer, como se ha comentado, como un férreo detractor, presentan ciertos elementos que adelantan el Romanticismo.
Su poesía desarrolla asimismo los preceptos ilustrados, a través del cultivo de diferentes subgéneros como odas y elegías, aunque fue la sátira el subgénero al que más dedicó sus esfuerzos creativos. Se pueden clasificar en políticas, sociales y literarias y culturales, estas últimas, antirrománticas, a través del dibujo de personajes femeninos movidos por impulsos irracionales. No obstante, como había sucedido con sus comedias, es cierto que alguna de sus composiciones poéticas presenta ciertos aires románticos como «A la muerte de la Duquesa de Frías», «El solitario» o «Sevilla restaurada». Son poemas emplazados en tiempos medievales, en la época hispano-musulmana, en consonancia con el gusto romántico. Ha sido Peers quien ha analizado esta evolución del Clasicismo al eclecticismo en la segunda etapa de Eugenio de Tapia. Y sería precisamente este interés por la historia lo que le conduciría igualmente a observar sus producciones históricas desde una perspectiva prerromántica.
Esta nueva actitud se manifiesta igualmente en la única novela que publicó, Los cortesanos y la revolución, aunque encontramos en ella manifiestas críticas al Romanticismo y una defensa de los principios del movimiento neoclásico. Reginald Brown apunta, incluso, a una especie de “realismo dentro del Romanticismo”, como eje estructurador de la trama.
Otra línea que supo dibujar a la perfección fue el costumbrismo en su Viaje de un curioso por Madrid, en la que, aun partiendo de la línea de sátira tradicional, muestra, como sostiene Bernaldo de Quirós, atisbos del cuadro de costumbres romántico.
También resulta imprescindible mencionar la importancia de su labor como traductor, del francés, especialmente, pero también del inglés y del latín, en un momento en el que el texto traducido se convertía en una obra original por las licencias que se tomaban los traductores ante la falta de límites legales. Producciones como La enterrada en vida apuntan a una posible traducción libre de algún drama gótico inglés o francés. Sin embargo, en otros casos, indica Tapia el nombre del autor y la lengua de procedencia del texto traducido como sucede con Agamenón de Lemercier, Adolfo y Clara o Los dos presos de B. J. Marsollier o El cementerio de la Magdalena de Regnalt-Warin.
En conclusión, toda la producción de Eugenio de Tapia encaja en su trayectoria vital, ofreciendo pruebas de una personalidad coherente en su pensamiento y en todas sus realizaciones desde el contenido social, político, jurídico y didáctico hasta sus producciones literarias.
Tradición textual
La producción de Eugenio de Tapia se compone de poemas, obras dramáticas, artículos, ensayos y traducciones. Ha sido recogida con rigurosidad y solidez científica por José Antonio Bernaldo de Quirós en 2003. Reproducimos la misma en orden cronológico:
- Idomeneo. Drama trágico, Madrid, Fermín Tadeo Villalpando, 1799.
- La Acelina. Comedia, Madrid, Benito García y Cía., 1800.
- El preso o el parecido: comedia en un acto, en prosa con intermedios de música, traducción del francés, impreso en Madrid: oficina de D. Benito García y compañía, 1800.
- Agamenón: Tragedia en cinco actos, traducción del francés, Madrid, Oficina de Benito García y Cía., 1800.
- Adolfo y Clara o los dos presos: comedia de un acto […] con intermedios de música, traducción del francés, Madrid, Benito García y Cía., 1801
- El Califa de Bagdad. Ópera cómica, Madrid, Benito García y Cía., 1801.
- Viaje de un curioso por Madrid, Madrid, Fuentenebro y Cía., 1807.
- Dupont rendido. Romance heroico, Madrid, Imprenta de Repullés, 1808.
- La enterrada en vida: drama en cinco actos, 1820.
- Ensayos satíricos en prosa y en verso, por el Licenciado Machuca, inquilino que fue de la Casa Negra, 1820.
- Exposición sobre el proyecto de venta de la Imprenta Nacional, Madrid, 1822.
- Manual de práctica forense en forma de diálogo con el correspondiente formulario de pedimentos, Madrid, Venancio Olivares, 1824.
- Manual Teórico- Práctico de los Juicios de Inventario y Partición de Herencias, Barcelona, 1825.
- Elementos de jurisprudencia mercantil, Valencia, 1829.
- Tratado de los recursos de fuerza: y otro de recursos extraordinarios al soberano, con los correspondientes formularios, y varios documentos importantes (con José Febrero) Valencia: Impr. de I. Mompié, 1830.
- Febrero novísimo o, Librería de jueces, abogados, y escribanos: refundida ordenada bajo nuevo método y adicionada con un tratado del juicio criminal y algunos otros, Perpiñan: I. Mompié, 1828-1831.
- Poesías, Madrid, Librería de Pérez, 1832.
- La Madrastra y Amar desconfiando, Madrid, Librería de Pérez, 1832.
- Manual de práctica forense, Madrid, 1824, reeditado como Manual de práctica forense en forma de diálogo, con el correspondiente formulario de pedimentos Madrid, Pérez, 1832.
- Discurso histórico-crítico sobre la decadencia del Imperio musulmán en España, y las causas que retardaron en la Monarquía castellana los progresos de la restauración y de las letras hasta el siglo XIII, Madrid, Imprenta de Yenes, 1838.
- Elementos de jurisprudencia mercantil, Valencia, Librería de Ildefonso Mompié de Montagudo, 1838.
- Los cortesanos y la revolución, novela, Madrid, 1838-1839, 2 vols.
- Juguetes satíricos: en prosa y verso, Madrid, Imprenta de Yenes, 1839.
- El hijo predilecto o la parcialidad de una madre, comedia, Madrid, 1839.
- Historia de la civilización española desde la invasión de los árabes hasta la época presente, Madrid, Yenes, 1840, 6 vols.
- Prontuario de contratos y sucesiones hereditarias, con un discurso preliminar, en que se indican las principales reformas que necesita nuestra legislación en estas materias, Valencia, Imprenta de I, Mompié, 1840.
- Tratado de los recursos de fuerza, Madrid, Imprenta de Yenes, 1841.
- La bruja, el duende y la inquisición: poema romántico-burlesco, y otras composiciones satíricas, Madrid, Imprenta de Yenes, 1841.
- Guía de la infancia o lecciones amenas e instructivas, Barcelona, J. F. Piferrer, 1844.
- «Sevilla restaurada. Fragmentos de un poema épico», Separata de Archivo Hispalense, núm. 27-32. Tomo IX, Sevilla, 1948.
- A la memoria del… Señor Don Nicolás de Azara: oda., Madrid, 1853.
Recepción socio-literaria
Las particularidades de la obra de Eugenio de Tapia, caracterizada por la variedad temática; la condición jurídica de muchos de sus escritos; la dispersión de su producción, al aparecer publicada en revistas o periódicos; o el carácter colectivo de alguno de sus escritos, como las leyes que impulsó junto a otros liberales de su generación, dificultan sobremanera el conocimiento del alcance real de su recepción socio-literaria.
Sin embargo, es cierto que por las referencias de sus contemporáneos podemos afirmar que fue admirado y querido. Bernaldo de Quirós recoge algunas de esas apariciones en obras como Recuerdos de un ancianode Alcalá Galiano o Historia del conde de Toreno. Godoy habla también en sus Memorias de “nuestro elegante Tapia”, aludiendo a su buen estilo como traductor. Le mencionan igualmente con asiduidad sus grandes amigos Quintana en Memoria de la prisión o Mor de Fuentes en Bosquejillo. Mesonero Romanosle cita varias veces en sus Memorias de un setentón, siempre con trato afable. Incluso Galdós lo menciona en sus Memorias de un cortesano.
Respetado y elogiado en su época, como académico, jurista y literato, debería ser recordado sin duda como uno de aquellos liberales impulsores de una reforma integral en nuestro país. Sin embargo, el tiempo, que apartó a un segundo plano su interesante y valiosa labor, no ha sido ni benévolo ni justo con Don Eugenio de Tapia.
Recepción crítica
Las particularidades de la obra de Eugenio de Tapia, caracterizada por la variedad temática; la condición jurídica de muchos de sus escritos; la dispersión de su producción, al aparecer publicada en revistas o periódicos; o el carácter colectivo de alguno de sus escritos, como las leyes que impulsó junto a otros liberales de su generación, dificultan sobremanera el conocimiento del alcance real de su recepción socio-literaria.
Sin embargo, es cierto que por las referencias de sus contemporáneos podemos afirmar que fue admirado y querido. Bernaldo de Quirós recoge algunas de esas apariciones en obras como Recuerdos de un ancianode Alcalá Galiano o Historia del conde de Toreno. Godoy habla también en sus Memorias de “nuestro elegante Tapia”, aludiendo a su buen estilo como traductor. Le mencionan igualmente con asiduidad sus grandes amigos Quintana en Memoria de la prisión o Mor de Fuentes en Bosquejillo. Mesonero Romanosle cita varias veces en sus Memorias de un setentón, siempre con trato afable. Incluso Galdós lo menciona en sus Memorias de un cortesano.
Respetado y elogiado en su época, como académico, jurista y literato, debería ser recordado sin duda como uno de aquellos liberales impulsores de una reforma integral en nuestro país. Sin embargo, el tiempo, que apartó a un segundo plano su interesante y valiosa labor, no ha sido ni benévolo ni justo con Don Eugenio de Tapia.
Bibliografía citada
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Cecchini, Claudia, «Una novela del justo medio; Los cortesanos y la revolución, de Tapia» en Romanticismo, 3-4, 1988, pp. 163-165.
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Otra bibliografía
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Responsable: López Santos, Miriam.
La Dra. Miriam López Santos es profesora ayudante doctor en la Universidad de León, área de Didáctica de la Lengua y la Literatura.
Revisión: Grupo de investigación LETRA.
Cómo citar y DOI del artículo:
López Santos, Miriam, “Eugenio de Tapia”, Diccionario de autores literarios de Castilla y León (base de datos en línea), dir. Ed. María Luzdivina Cuesta Torre, coord. Grupo de investigación LETRA, León, Universidad de León, septiembre 2020.. [En línea] < https://letra.unileon.es/ > [fecha de consulta]. DOI: https://doi.org/10.18002/dalcyl/v0i31
Editado en León por © Grupo de investigación LETRA, Universidad de León. ISSN 2695-3846.
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