Nombre u obra homónima: Montero Iglesias, José, Mirobrigense, Pierrot. Salvador Monsalud.
Lugar de nacimiento: Ciudad Rodrigo (Salamanca)
Otros nombres: Mirobrigense, Pierrot. Salvador Monsalud.
Geografia vital: Ciudad Rodrigo (Salamanca), Santoña (Cantabria), Santander (Cantabria), Guadarrama (Madrid).
Año de nacimiento: 1878
Año de fallecimiento: 1920
Lengua de escritura: español -
Género literario: a:9:{i:0;s:16:"Crítica teatral";i:1;s:8:"Crónica";i:2;s:15:"Narrativa breve";i:3;s:17:"Narrativa extensa";i:4;s:15:"Poesía lírica";i:5;s:17:"Poesía narrativa";i:6;s:9:"Reportaje";i:7;s:12:"Teatro breve";i:8;s:14:"Teatro extenso";}
Movimiento literario: a:1:{i:0;s:10:"Modernismo";}
Relaciones literarias y personales: José María de Pereda, Benito Pérez Galdós, Ricardo León, José Estrañi, Enrique Menéndez Pelayo, José del Río Sáinz, José Francés, Emilio Carrere.
Temática: a:6:{i:0;s:7:"Amorosa";i:1;s:11:"Filosófica";i:2;s:6:"Guerra";i:3;s:10:"Naturaleza";i:4;s:9:"Política";i:5;s:20:"Reflexión literaria";}
Investigadores responsables: Montero Reguera, José -
por José Montero Reguera
Biografía
Aunque tenido por montañés en ocasiones, José Montero Iglesias nació en Ciudad Rodrigo en 1878 –sin que pueda, por el momento, precisarse más este dato–, en el número 2 de la calle de la Cortina, en el arrabal de San Francisco, según informa el periódico local La Iberia en su número de 24/07/1920 (p. 1). En Ciudad Rodrigo debieron de tener lugar sus primeros escarceos y entretenimientos infantiles que el propio escritor evocó años después, entreverados con el recuerdo amargo de la ausencia definitiva de la madre, allí enterrada. A Ciudad Rodrigo regresó, muchos años después, en julio de 1910, tras haber obtenido la Flor Natural en los Juegos Florales que organizó la ciudad para conmemorar el primer centenario de su liberación de los franceses. Este éxito le proporcionó alta resonancia en medios locales y nacionales. Seguramente Ciudad Rodrigo está detrás de Un pueblo de Castilla, artículo publicado en La Esfera (03/01/1919, p. 43), también en la evocación de uno de sus guerrilleros contra el invasor napoleónico, Julián El Charro (La Esfera, 09/06/1917, p. 5) y en varios poemas publicados en periódicos y revistas varios.
La muerte de la madre y el destino profesional del padre llevan a la familia Montero Iglesias a trasladarse a Santoña (Cantabria). Se había fundado en junio de 1871 el colegio de San Juan Bautista, por iniciativa de don Juan Manuel Manzanedo, duque de Manzanedo y marqués de Santoña, y en él ejercerá como profesor el padre del escritor, Matías, a quien acompañan seis hijos: José, Asunción, Eliseo, Víctor, Rufina y Lucinia. A Santoña se trasladan en fecha incierta, probablemente en 1890; en todo caso, nunca después de abril de 1893.
En ese mismo colegio santoñés estudio Montero Iglesias, acaso desde 1890 (12 años tenía entonces) hasta 1894 ó 1895, y alcanzó la formación que ofrecía, de forma gratuita, una institución muy bien valorada que incluía primeras letras y cálculo para los más pequeños, y, para el resto, latín, humanidades, filosofía, ciencias exactas, geografía, historia, catecismo, religión, moral comercio, pilotajes, inglés, francés, retórica y poética. Estas enseñanzas se complementaban y reforzaban con gabinetes, museos, laboratorios y biblioteca donde, probablemente, despertó (o se afianzó) el gusto por la literatura de Montero Iglesias. A estos años en esa villa marinera remiten sus primeras composiciones poéticas, como también ideas y pensamientos que luego vuelca en diversos textos periodísticos.
Deja atrás Santoña y se establece en Santander, probablemente en torno a 1898. No cabe duda que Mirobrigense, seudónimo que se emplea en El Cantábrico desde septiembre de 1899, oculta el nombre de nuestro escritor ya plenamente incorporado a la labor periodística santanderina, no exenta de polémica (como la derivada del estado de la cárcel de la ciudad), desde las columnas del diario fundado y dirigido por José Estrañi. Más de una docena de colaboraciones firmadas con el seudónimo mencionado constatan su labor como redactor en el periódico desde la fecha arriba mencionada; esta relación laboral se extendería con alguna interrupción, a veces compartiendo trabajo con otras revistas y publicaciones, hasta poco antes de su partida a Madrid, ya en 1915.
Bien con el seudónimo referido, bien anónimamente, bien ya con el nombre casi completo (nunca firmó con el segundo apellido) sus trabajos periodísticos menudean, sobre motivos muy diversos: desde la columna propia semanal sobre «girones de una vida vista y vivida, que han levantado en mi alma el sentimiento de una protesta o el eco de una plegaria» (Viviendo, El Cantábrico, 16/03/1903, p. 1), a la crítica literaria, la crónica taurina y, por supuesto, versos, abundantes, desde el primero localizado: Entonces, «Cuando pasa la brisa cantando» (El Cantábrico, 07/12/1900, p. 1).
Andando el tiempo, galdosiano fervoroso, utilizará otro seudónimo, Salvador Monsalud, con el que publica, a partir de diciembre de 1913, algunos poemas, informaciones teatrales, trabajos de crítica literaria, entrevistas y relatos diversos. Este seudónimo lo utilizará también en sus años madrileños, en La Esfera, Por esos mundos y Nuevo Mundo, al menos. Se incorpora pronto también a El Diario Montañés, pues ya una información de La Atalaya (19/10/1904, p. 2) da cuenta de un accidente en el que se ve involucrado Montero Iglesias, «Redactor de El Diario Montañés». La variedad de informaciones y colaboraciones es amplia, pues incluye la crónica, el reportaje de actualidad, los relatos y poemas diversos.
Por estas mismas fechas colabora también en otras publicaciones de menor alcance, entre Santander y Santoña: Adelante, Semanario sociológico obrero, que apareció entre mayo de 1902 y marzo de 1903 (42 números); La hormiga. Periódico literario y de anuncios, entre junio de junio 1902 y noviembre de 1903 (75 números), donde firmaba con el seudónimo Pierrot; y El avisador de Santoña, donde, entre otros trabajos periodísticos y literarios, los poemas se van sucediendo, buena parte de ellos con la villa marinera como motivo y dedicados a su círculo de amistad santoñés.
En la capital cántabra se casa con Teodora Alonso Viego, acaso en 1900, y pronto llegarían los vástagos del matrimonio: María de la O Montero Alonso fue bautizada en la parroquia de Santa Lucía al finalizar 1902, aunque no llegó al año de vida. Vendrán después, todavía en Santander, José Luis Ruperto (27/03/1904), Manuel Juan Alonso (16/03/1906) y Luis Fernando Julián (28/05/1907); más tarde, ya en Madrid, Carmen Faustina (16/02/1916).
Tras algún percance de salud, sigue escribiendo y publicando, dirigiendo revistas (Semana Veraniega, que sustituye a Revista veraniega) y tocando nuevos palos, en una verdadera ofensiva literaria que incluye la publicación anunciada, pero no realizada, de un volumen de versos (Toscas, que se anuncia en Revista Cántabra, 19/01/1908); otro biográfico, profusamente ilustrado, sobre Pedro Velarde, el héroe cántabro del 2 de mayo (1908); y la experiencia teatral, en este mismo año, con la representación de dos piezas breves en el Teatro Principal de Santander.
Su implicación e integración en la vida literaria y cultural santanderina son absolutas: colabora asiduamente con la Revista Cántabra, que comienza a publicarse en 1908 por iniciativa de Manuel Herrera Oria; a su redacción se incorpora desde el principio (enero de 1908) junto con otros destacados periodistas de aquel lejano Santander: José Rodao, José del Río Sainz, Francisco Arpide, etc. Tanto en esta revista como en Letras Montañesas, van sucediéndose sus colaboraciones, entre ellas dos novelas: El carnaval del amor(en colaboración con Francisco Arpide; Revista Cántabra, 25/02/1911) y Paco Moro, que apareció por entregas en Letras Montañesas (29 entregas desde el 01/01/1910 hasta el 03/09/1910 (p. 89). Colabora también en otras revistas (Ecos de Sociedad) y participa en la organización y creación de actividades e iniciativas de especial trascendencia en la capital cántabra: forma parte del equipo fundacional del Ateneo de Santander (febrero de 1914) y de la Asociación de la Prensa de Santander (primavera de 1914).Toda esta actividad conduce a la dirección de El pueblo cántabro, periódico de orientación maurista cuyo primer número remite a 07/06/1914 bajo la dirección de Pedro Acha; a este le siguen Rafael Hernández y Eusebio Zuloaga. Montero Iglesias se incorpora al periódico desde el principio y pasa a ser el cuarto director, desde abril de 1915. Este periodo fue breve, pues en septiembre de este mismo año se traslada con su familia a Madrid.
Antes de su ida definitiva de Santander, Montero Iglesias había viajado más de una vez a Madrid lo que, de seguro, le permitió estrechar relaciones iniciadas en tierras montañesas que pudieron abrirle el camino a su traslado profesional madrileño. De seguro, las amistades con escritores y periodistas que pasaban por el Santander de aquellos años influirían decisivamente en este traslado en el que jugó otro factor, explicado por uno de los hijos, muchos años después: «Ese sueño se le cumple un día. Había casado mi padre con una muchacha asturiana, Dorina, y este lazo astur favoreció el anhelado traslado a Madrid. Asturiano era el gerente de una importante empresa periodística, Prensa Gráfica, editora de Mundo Gráfico y de La Esfera. Dicho gerente, don Mariano Zavala, tenía a distancia simpatía por mi padre, el casado con una «asturianina». Y esa simpatía y el deseo del periodista provinciano cuajaron un día en la oferta para el traslado a Madrid y la incorporación a las revistas de Prensa Gráfica» (Montero Alonso, 1997, 9-10).
Montero Iglesias había comenzado a colaborar con Prensa Gráfica bastante antes de su traslado a Madrid. A junio de 1911 corresponde su primera colaboración en Nuevo Mundo (22/06/1911) y durante este año aparece destacadamente al menos en tres ocasiones más. En esta revista semanal publicará versos, entrevistas, relatos, artículos de crítica literaria y reportajes de investigación. Su colaboración en Mundo Gráfico comienza en 1912 con una información sobre el veraneo de Galdós en su finca santanderina de San Quintín, que incluye una foto con el novelista, reproducida a toda plana (25/09/1912). Junto a este reportaje desfilarán por las páginas de esta publicación versos, relatos, crítica literaria, artículos biográficos, crónicas y reportajes sobre temas santanderinos, reflexión sobre asuntos de actualidad etc.
En La Esfera publica sobre todo textos de creación: poemas, principalmente, y relatos breves; lo hace desde muy pronto, todavía desde Santander, pues el primero remite al cuarto número de 1914, poco después de comenzar su andadura la revista («Fantasía» [relato en prosa], LE, 24/01/1914). A estos hay que sumar la crítica literaria, el reportaje, la divulgación y el artículo de opinión.
También colabora en Por esos mundos, a lo largo del año 1916; la revista viene de atrás, del comienzo del siglo, pero en 1913 se había incorporado a la empresa Prensa Gráfica, que la concibió como suplemento mensual de Nuevo Mundo. Dejará de salir a finales de este año, aunque reaparecerá brevemente en 1926. Utiliza con frecuencia seudónimo (Salvador Monsalud) y colabora en todos los números del año, sobre todo con poemas, algunos muy extensos (Madrigal del vencido, El reloj, La dama roja), y algunos artículos de viaje o historia, en consonancia con la temática y orientación de la revista.
Se sucederán en estos años madrileños los estrenos teatrales, los éxitos en diversos certámenes poéticos y la publicación de varios libros (versos, novela corta, teatro y biografía).
Fallece el 17 de julio de 1920 en el Real Sanatorio de Guadarrama donde había pasado sus últimos meses como consecuencia de una larga enfermedad que arrastra desde los días santanderinos: el certificado de defunción expedido por el registro civil de Navacerrada indica que falleció de «tuberculosis pulmonar» a las 17 hs. del día y lugar arriba referidos; fue enterrado al día siguiente en el cementerio de Navacerrada.
Producción literaria
La obra literaria de José Montero Iglesias se extiende desde el último decenio del siglo XIX (aunque si bien el primer poema publicado remite a diciembre de 1900), hasta la fecha de su óbito; veinte años, por tanto, de intensa dedicación a las letras en formatos muy diversos. Su dedicación cotidiana al periodismo le deja poco tiempo para otras empresas literarias de mayor vuelo, pero aun así constituyen un buen número las obras que publicó (más allá de las innumerables colaboraciones en prensa).
Como biógrafo hay que recordar sus libros dedicados a Velarde, el héroe del 2 de mayo (Santander, 1908); a El solitario de Proaño (Santander, 1917), es decir, don Ángel de los Ríos y Ríos, figura histórica en la que se inspira José María de Pereda para construir el personaje del hidalgo de Provedaño en Peñas arriba; y, en especial, Pereda. Glosas y comentarios de la vida y de los libros del Ingenioso Hidalgo Montañés (1919), extensa biografía –la primera que se hizo– del autor de Sotileza.
También cultivó la novela y el relato corto: Paco Moro, Novela santanderina (publicada entre 1909 y 1910 en Letras Montañesas y luego recogida en volumen); El amor de carnaval y el carnaval del amor. Memorias de un hombre alegre (con Franciso Arpide, Santander: Revista Cántabra, 25 de febrero de 1911); La sombra de Otelo (La novela cómica, 19 de noviembre de 1916); Carne y mármol (Los contemporáneos, 30 de marzo de 1917). Inédita e inconclusa quedó una novela escrita y ambientada en los días pasados en el sanatorio de Guadarrama (1919-1920) donde el escritor falleció.
No faltaron las tentativas teatrales, con discreto éxito: El primer vuelo; Soledad, Paso de comedia, ambas representadas en el teatro principal de Santander en febrero de 1908; El patio de Monipodio (zarzuela escrita en colaboración con Francisco Moya y música del maestro Villa, representada en Madrid y en otros lugares en 1919, y publicada póstumamente, en 1922); también quedó inédita la adaptación de un episodio nacional de Galdós, Un voluntario realista, que, bajo el título de El cruzado, debía haberse estrenado en el Teatro Español de Madrid a finales de 1918 o principios del año siguiente. Se trataba de un drama en verso y en cuatro actos que comenzó a ensayarse en el teatro antes mencionado en noviembre de 1918, pero que por razones que todavía se me escapan no llegó a estrenarse. Otros textos quedaron inéditos.
Cultivó la poesía durante toda su trayectoria literaria y la fue publicando en los diversos periódicos y revistas en que trabajaba hasta llegar a más de dos centenares de poemas impresos; aunque anunció varios libros de versos, finalmente solo publicó uno, Yelmo florido (Madrid, Mundo Latino, 1917).
Tradición textual
Salvo unos pocos poemas juveniles manuscritos e inéditos conservados en archivo particular toda la producción literaria de José Montero Iglesias se halla impresa en periódicos y revistas reunidos en esta relación:
- El Adelanto, Salamanca.
- Aires da miña terra, Buenos Aires.
- Avante, Ciudad Rodrigo, Salamanca.
- Blanco y Negro, Madrid.
- El Diario Montañés. Santander.
- El Avisador, Santoña (Cantabria).
- El Adelantado de Segovia, Segovia.
- El Cantábrico, Santander.
- El correo de Cantabria, Santander.
- El eco de Santoña, Santoña (Cantabria).
- El eco del Águeda, Ciudad Rodrigo (Salamanca).
- El eco de Santiago, Santiago de Compostela.
- El Imparcial, Madrid.
- El Liberal, Madrid.
- Heraldo de Madrid, Madrid.
- La Atalaya, Santander.
- La Esfera, Madrid.
- La Iberia, Ciudad Rodrigo (Salamanca).
- La Región Cántabra, Santander.
- La Semana, Santander.
- Madrid Cómico, Madrid.
- Mundo Gráfico, Madrid.
- Nuevo Mundo, Madrid.
- Por esos mundos, Madrid.
- Revista Cántabra, Santander.
- Revista veraniega, Santander.
- La semana veraniega, Santander.
- Tierra Gallega, Montevideo.
- Tierra Charra, Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Recepción socio-literaria
Las particularidades de la obra literaria de Montero Iglesias dificultan conocer el alcance de su recepción socio-literaria, que no debió de ser menor en las ciudades donde trabajó (Santander y Madrid sobre todo), con abundantes muestras de este reconocimiento en artículos sueltos, homenajes varios y éxitos obtenidos en certámenes poéticos varios. Su carrera itinerante (Santoña, Santander, Madrid), su obra dispersa en publicaciones hoy difíciles de encontrar y su fallecimiento temprano (apenas 42 años cumplidos) no han permitido un conocimiento cabal y completo de su obra literaria.
Recepción crítica
La recepción crítica de la obra de Montero Iglesias viene unida a las reseñas que en su día se publicaron de algunas de sus obras y a su inclusión en tres obras de referencia.
En cuanto a estas últimas, hay entrada dedicada a nuestro escritor en Cejador (1920, XIII, 60) y en la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, Bilbao, Espasa-Calpe, s. f. [¿1918?], t. 36, MON-MTZ, p. 585a; Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, Bilbao, Espasa-Calpe, 1932, t. 7 (apéndice), MARD-OZ, p. 696a. Más recientemente, el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia incluye su entrada, a cargo de José Montero Padilla.
En cuanto a las primeras: caben ser destacadas las dedicadas a Yelmo florido (ABC, 14/03/1918, p. 15; El Liberal, 21/02/1918, p. 4; Enrique Díez Canedo, El Sol, 16/03/1918) y a Pereda.Glosas y comentarios de la vida y de los libros del ingenioso hidalgo montañés, (José Ortega Munilla, Nuevo Mundo, 20/06/1919; Enrique Díez Canedo, EL Sol, 07/07/1919, p.3; César G. Iniesta, El Día, 12/07/1919; A. Z., El Liberal, 23/07/1919; Bernardo G. de Candamo, El Fígaro, 27/07/1919, p. 4; Francisco de Troya, El Fígaro, 06/08/1919, p. 4; Teodoro F. de Cuevas, La Acción, 07/08/1919, p. 4; Andrenio (Eduardo Gómez de Baquero), La Época, 25/08/1919, y Eduardo Huidobro, BBMP, I (1919), pp. 217-221).
Más allá de esto, Montero Iglesias se convirtió en una nota al pie de la erudición sobre José María de Pereda (Fernández Montesinos [1969, 307], González Herrán [1983, 515], Rey Hazas [1999, 11]; y objeto de estudio por cervantistas a partir de su pieza teatral (en colaboración con Francisco Moya), El patio de Monipodio (1919; Montero Reguera: 2009 y 2011).
Bibliografía citada
Cejador y Frauca, Julio, Historia de la lengua y la literatura castellana, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1915-1922, t. XIII.
González Herrán, José Manuel, La obra de Pereda ante la crítica literaria de su tiempo, Santander, Ayuntamiento de Santander y Librería Estudio, 1983.
Montero Alonso, José, Madrid en la vida de…, Madrid, Comunidad de Madrid y Editorial Complutense, 1997.
Montero Padilla, José, «José Montero Iglesias», Diccionario Biográfico Español, Madrid, Real Academia de la Historia. En línea en el DBE [15-febrero-2018].
Montero Padilla, José, «Galdós: últimos años en Madrid (y memoria de una visita al escritor)», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 45 (2005), pp. 647-672.
Montero Reguera, José, «Monipodio sale a escena», Tom Lathrop ed., Studies in Spanish Literature in Honor of Daniel Eisenberg, Newark, DE, Juan de la Cuesta Hispanic Monographs, 2009, pp. 253-267.
Montero Reguera, José, Cervantismos de ayer y de hoy. Capítulos de historia cultural hispánica, Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante, 2011.
Fernández Montesinos, José, Pereda o la novela idilio, Madrid, Castalia, 1969.
Rey Hazas, Antonio, ed., José María de Pereda, Peñas arriba, Madrid, Cátedra, 1999.
Otra bibliografía
Montero Iglesias, José, Velarde, Santander, 1908.
Montero Iglesias, José, Soledad. Paso de comedia, Madrid, Sociedad de Autores Españoles, 1908. En línea en Internet Archive [2-agosto-2019].
Montero Iglesias, José, Paco Moro. Novela santanderina, Santander, Imprenta de El Cantábrico, 1910.
Montero Iglesias, José, La sombra de Otelo, Madrid, La novela cómica, 19 de noviembre de 1916.
Montero Iglesias, José, «Por tierras de Campóo. Una información sobre el embalse del Ebro», M. Lorenzo Pardo et alii, El pantano del Ebro, Zaragoza, Imprenta Heraldo de Aragón, 1917, pp. 145-173.
Montero Iglesias, José, El solitario de Proaño, Santander, Diputación Provincial, 1917.
Montero Iglesias, José, Carne y Mármol, Madrid, Los Contemporáneos, 30/03/1917. Ilustraciones de Montenegro.
Montero Iglesias, José, Yelmo Florido, Madrid, Mundo Latino, 1917. En línea en Internet Archive [2-agosto-2019].
Montero Iglesias, José, Pereda. Glosas y comentarios de la vida y de los libros del ingenioso hidalgo montañés, Madrid, Imprenta del Instituto Nacional de Sordomudos y Ciegos, 1919. En línea en Internet Archive [2-agosto-2019].
Montero Iglesias, José, «Piedras y bronces y otros escritos», AA. VV., Homenaje a Pereda, Santander, Ediciones de librería Estudio, 1983, pp. 81-91.
Montero Iglesias, José y Arpide, Francisco, El amor de carnaval y el carnaval del amor. Memorias de un hombre alegre, Santander, Revista Cántabra, 25 de febrero de 1911.
Montero Iglesias, José y Moya Rico, Francisco, El patio de Monipodio, Madrid, Los Contemporáneos, 2 de noviembre de 1922.
Sánchez Rebanal, Fernando, La vida escénica en la ciudad de Santander entre 1895 y 1904. Tesis doctoral dirigida por Pilar Espín Templado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia en 2014. En línea en la UNED [12-diciembre-2018].
Simón Cabarga, José, Historia de la prensa santanderina, Santander, Diputación Provincial y Centro de Estudios Montañeses, 1982.
Enlaces
Responsable: Montero Reguera, José.
El Dr. José Montero Reguera es catedrático de Literatura española en la Universidad de Vigo, donde dirige Hesperia. Anuario de Filología Hispánica. Ha sido profesor también en las universidades de Valladolid, Münster (Alemania) y Carleton (Ottawa, Canadá). Es Presidente de Honor de la Asociación de Cervantistas, que dirigió entre 2004 y 2012. En 1995 obtuvo el Premio Fernández Abril de la RAE.
Revisión: Grupo de investigación LETRA.
Cómo citar y DOI del artículo:
Montero Reguera, José, «José Montero Iglesias», Diccionario de autores literarios de Castilla y León (base de datos en línea), dir. y ed. María Luzdivina Cuesta Torre, coord. Grupo de investigación LETRA, León, Universidad de León, agosto 2019. En línea en <https://letra.unileon.es/>. DOI: https://doi.org/10.18002/dalcyl/v0i7
Editado en León por © Grupo de investigación LETRA, Universidad de León. ISSN 2695-3846.
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