Nombre u obra homónima: Sánchez de Viana, Pedro, Licenciado Viana, Doctor Viana, Pedro Sainz de Viana, Pedro Sanz de Viana
Lugar de nacimiento: Viana (diócesis de Palencia, actual diócesis de Valladolid).
Otros nombres: Licenciado Viana, Doctor Viana, Pedro Sainz de Viana, Pedro Sanz de Viana
Geografia vital: Viana, Salamanca, Valladolid
Año de nacimiento: 1545
Año de fallecimiento: 1619
Lengua de escritura: español -
Género literario: a:7:{i:0;s:33:"Apología de la lengua castellana";i:1;s:10:"Biografía";i:2;s:11:"Mitografía";i:3;s:15:"Poesía lírica";i:4;s:13:"Poesía moral";i:5;s:11:"Prosa moral";i:6;s:11:"Traducción";}
Movimiento literario: a:1:{i:0;s:12:"Renacimiento";}
Relaciones literarias y personales: Pedro de Soria, Alonso López Pinciano
Temática: a:3:{i:0;s:7:"Amorosa";i:1;s:11:"Mitológica";i:2;s:14:"Moral y ética";}
Investigadores responsables: Fernández López, Esther -
por Esther Fernández López
Biografía
La figura del médico y humanista Pedro Sánchez de Viana merece un lugar de honor entre los traductores de origen castellano que durante los siglos áureos de la literatura española vertieron a nuestra lengua alguno de los grandes clásicos de la Antigüedad grecolatina. En efecto, además de otras producciones menores, a él se debe la que sería la traducción en verso más difundida de las Metamorfosis de Ovidio, el poema latino que mejor contribuyó al conocimiento de los mitos clásicos por parte de los literatos de los Siglos de Oro.
Las primeras noticias sobre Sánchez de Viana se deben, sobre todo, a las investigaciones de Narciso Alonso Cortés, quien aporta una veintena de referencias recogidas en diversos archivos. Más recientemente, el trabajo conjunto de Enrique Montero y José Ignacio Blanco arroja nuevos datos sobre su biografía, a los que se pueden sumar algunos más que podemos rastrear en diversas fuentes.
Parece que nació nuestro autor –en fecha no determinada, probablemente hacia 1545– en Viana, municipio vallisoletano a orillas del río Cega que perteneció a la diócesis de Palencia hasta que en 1595 se fundó la de Valladolid. Así consta en los libros de registro de la Universidad pinciana, donde Sánchez accedió sucesivamente a los diversos grados de los estudios de Medicina. En efecto, en esa docta institución obtuvo el de bachiller con fecha 2 de febrero de 1564 (de lo que deducimos que por aquella época debía de contar con unos veinte años de edad); aunque al parecer estuvo matriculado en Medicina en Salamanca entre los cursos 1562-63 y 1563-64. Más tarde, y también en Valladolid, alcanzaría el título de licenciado (15 de junio de 1583), para culminar su carrera académica con el grado de doctor en esa misma universidad (9 de septiembre de 1591). El lugar de nacimiento de nuestro autor aparece tanto en el Libro de Grados de Bachilleres de la Universidad de Valladolid, –más específicamente, en el volumen que recoge los registros comprendidos entre febrero de 1565 y octubre de 1588–; como en el Libro de grados mayores que principia en 1556 y fenece en 1616. Alonso Cortés (1955: 440) da noticia igualmente de ciertas alteraciones del orden público que se produjeron en la ciudad durante los festejos taurinos con que Pedro Sánchez de Viana y los demás doctorandos celebraron la obtención de dicho grado, por lo que fueron inicialmente penalizados con una multa de quince ducados, que finalmente se quedó en dos mil maravedíes (noticias que figuran en el Libro 4º de los Claustros de la Universidad de Valladolid).
Otros datos biográficos de Sánchez de Viana se pueden entresacar de los preliminares de su traducción ovidiana. En efecto, el trabajo está dedicado «a Hernando de Vega Cotes, presidente del Consejo de las Indias», personaje a cuyo servicio indica haber trabajado «en los primeros años» de su «mocedad». Junto a esa información extraída de la dedicatoria, en el «prólogo del autor a los lectores» apunta el vallisoletano su gusto innato por los «exercicios de letras», a los que se dedicó desde la niñez durante el tiempo que le restaba de sus «principales estudios». Según los testimonios de la época, residió prácticamente toda su vida en la capital pucelana, donde casó con Ana de Mercadillo, matrimonio del que nacieron cuatro hijos. En la misma ciudad ejerció con gran prestigio su profesión y mantuvo estrechas relaciones amistosas e intelectuales con otros médicos y humanistas como Pedro de Soria o Alonso López el Pinciano. Con fecha 26 de abril de 1616 dictó su testamento, en el que dispuso ser enterrado en el Monasterio de Nuestra Señora del Abrojo a su muerte, que tendría lugar tres años después (3 de abril de 1619).
Producción literaria
Su producción literaria debió desarrollarse entre 1589 y1608 y corresponde al periodo renacentista. Era, pues, don Pedro, aficionado a la traducción de las grandes obras clásicas compuestas en latín, lengua que dominaba a la perfección. Entre sus trabajos, el más notorio y el que alcanzó mayor repercusión es la mencionada versión castellana de las Metamorfosis de Ovidio: obra de calidad literaria más que aceptable que vio la luz acompañada de un segundo volumen en el que figuran las correspondientes Anotaciones. Después de la versión en prosa del poema ovidiano debida al cántabro Jorge de Bustamante, la de Sánchez de Viana es la traducción castellana que gozó de una mayor difusión en la España de los Siglos de Oro, de tal forma que influyó de manera notable en los autores de obras literarias basadas en los mitos clásicos. Como apuntan Díez y Monterroso (p. 461), sin duda buena parte de este éxito se debió al hecho de que se trataba de una edición ilustrada.
La obra se editó en Valladolid en 1589, momento en el que, según consta en el propio título, su autor ostentaba el grado de licenciado en Medicina; y añade el mismo título que el texto se vertió a nuestra lengua directamente desde el poema latino. Entre los preliminares encontramos una decena de sonetos laudatorios debidos a López Maldonado, Antonio de Baeza, Martínez Polo y Marcos Dorantes; a los que sigue un «epigrama» –de treinta versos– compuesto en latín por el Licenciado Juan Jordán. Tras la dedicatoria de Sánchez de Viana a Hernando de Vega Cotes y Fonseca aparece un extenso «Prólogo del Autor a los Lectores» que concluye con un breve ensayo sobre «La vida de P. Ovidio Nasón, sacada de sus mismos libros». A continuación, cerrando los preliminares, se ofrece el «Catálogo de los autores que se alegan en este libro y anotaciones», el cual está ordenado alfabéticamente y comprende casi cuatrocientos nombres. Como ya se ha comentado, la versión castellana de Sánchez de Viana contiene ilustraciones: en concreto, un total de quince, una por cada uno de los libros ovidianos a cuyo texto preceden. Según Díez y Monterroso: 461, estas estampas «dependen del modelo de las ilustraciones de la edición de Alguillara de 1563»; con la particularidad, observada por estos mismos autores (Díez y Monterroso: 462, n. 49) de que «la lámina correspondiente al libro VI se encuentra ilustrando el libro IX y viceversa, posiblemente por una confusión en los números de las planchas por la orientación de 6 y el 9».
Cierto es que el trabajo de nuestro médico se ajusta con bastante fidelidad al original de Ovidio, pero ello no excluye que también se encuentre salpicado de diversas aportaciones propias (como diálogos, descripciones o comentarios eruditos al hilo del texto).
La métrica alterna, en general, los tercetos encadenados (para la narración) con las octavas (para los parlamentos). Contra la escrupulosa regularidad que Cossío atribuye al autor en este aspecto, lo cierto es que encontramos no pocas excepciones a esta norma, en general en forma de intervenciones muy breves de monólogo, introducidas por el discurso narrativo e integradas en el interior de uno o varios tercetos. Asimismo puede ocurrir que alguna de las octavas incluya un fragmento narrativo.
En cuanto a la técnica de versificación, el vallisoletano usa y abusa en numerosas ocasiones de las licencias que le permiten cuadrar la métrica, como la dialefa y la sinéresis (esta última, en general, para convertir en bisílabos nombres propios como los de Perseo o Protea). En otros casos el endecasílabo resulta poco logrado por falta de armonía melódica, como en «Mas antes arguye batalla fiera» (Libro V, v. 7); ejemplo extraído de la edición príncipe, pero que en la de 1887 aparece como «Antes arguye más batalla fiera», probable alteración ameliorativa del original debida a los editores. Por lo demás, ya Menéndez y Pelayo observaba cierto descuido y desaliño en la métrica de la traducción ovidiana de don Pedro, defectos que Cossío achaca a toda la poesía española de los Siglos de Oro.
La traducción se editó acompañada de un segundo volumen: el Comento, o Anotaciones sobre Ovidio. Así lo anunciaba ya el título completo que encabeza la traducción: Las Transformaciones de Ovidio: Traduzidas del verso Latino en tercetos y octavas rimas, Por el licenciado Viana En lengva vulgar Castellana. Con el Comento y explicaciones de las Fábulas: reduziéndolas a Philosophía natural y moral y Astrología e Historia. Dirigido lo uno y lo otro a Hernando de Vega Cotes y Fonseca, Presidente del Consejo de las Indias.
Este segundo tomo constituye una especie de tratado mitográfico no sistemático en el que se ofrecen detalles de la narración principal de cada una de las fábulas. Sánchez de Viana aporta en estas páginas abundantes informaciones acerca de diversos aspectos tangenciales de las mismas (personajes, lugares, etimologías, etc.) y expone las distintas interpretaciones que sobre ellas han dado los diversos autores. Por si los méritos de la traducción no fuesen ya de por sí notables, este Comento contribuyó sin duda –y muy notablemente– al éxito y difusión de la obra.
Al igual que el tomo correspondiente a la traducción, este segundo volumen se acompaña de una tabla de los autores consultados. Encontramos en ella una larga nómina de fuentes, desde las clásicas hasta otras más cercanas en el tiempo. Así, entre muchos otros, aparecen autores de la Antigüedad griega como Estrabón, Pausanias, Teócrito, Hesíodo o Eurípides; clásicos latinos como Cicerón, Plinio, Horacio, Lucano, Galeno o Virgilio; judíos como León Hebreo; escritores cristiano-latinos como San Jerónimo, San Fulgencio o San Isidoro de Sevilla, u orientales como Eusebio de Cesarea; mitógrafos como Higinio y Natale Conte; poetas medievales como Dante; y en cuanto a los españoles encontramos, entre otros, los nombres del Tostado (con su tratado Sobre Eusebio) y de Sánchez, autor de los Emblemas morales. No obstante, apunta Consuelo Álvarez Morán que el grueso de las fuentes de nuestro médico y traductor se encontraría en los tratados mitográficos: en especial en los de Boccaccio y Conte (autor, este último, que ofrece traducción de los autores de lengua griega, desconocida para Sánchez de Viana); así como el español Juan Pérez de Moya, quien había publicado su Philosophia secreta en 1587, dos años antes de que viera la luz el trabajo de Viana.
Estas Anotaciones se desarrollan siguiendo el texto de la traducción –lo que las diferencia del Diccionario poético que acompaña la versión castellana de las Metamorfosis compuesta por el salmantino Antonio Pérez Sigler (1580), el cual sigue un orden alfabético–. Por otro lado, en ocasiones el autor introduce ad hoc en su texto algún elemento ajeno al original ovidiano con la única intención de dar pie a una de sus Anotaciones.
En general, los comentarios de Sánchez de Viana son bastante prolijos, salvo aquellos que suponen una autorreferencia a otra anotación aparecida en el Comento, ya sea con anterioridad o con posterioridad. En cada caso se ofrece la historia mitológica, su genealogía y características del mito antiguo, ofreciendo cuando se requiere las distintas versiones; y, junto a ello, una serie de interpretaciones de tipo evemerista, físico y moral. Además, como advierte Alcina, se observa en nuestro pucelano un esfuerzo sincrético para hacer concordar los mitos antiguos con las enseñanzas de la Biblia (en la línea de Bernardo Silvestre o Guillermo de Conches, en el siglo XII; o de autores posteriores como Marsilio Ficino, Pico della Mirandola y León Hebreo). Como observa Esther Fernández, llama la atención el hecho de que en todos los casos se trate de adiciones eruditas, y no de notas aclaratorias que pudieran contribuir a explicar algún posible punto oscuro de la traducción.
Además de narrar los detalles de la fábula, a lo largo del Comento nuestro médico y humanista nos va informando de las diversas interpretaciones que cada uno de ellos ha suscitado entre los distintos autores. Entre ellas las hay de todos los tipos: por ejemplo, a propósito del episodio de la lluvia de oro con la que Júpiter engendró a Perseo, se presenta la explicación moral de Jerónimo y Horacio (que interpretan a Dánae como representante del amor venal) junto a la astrológica de León Hebreo.
Aparte de las Transformaciones y su Comento, parece ser que Sánchez de Viana es autor de una obra de cierta amplitud: al menos, en su testamento afirma tener «muchos papeles escritos en prosa y muchos en verso a diversos propósitos», los cuales lega íntegramente a su hijo Feliciano de Viana Maldonado, al que deja «potestad para que les lea y comunique con quien le pareciere y los guarde o imprima o haga de ellos lo que le diesse gusto que todo lo dexo a su buen seso y juicio encomendado», según reportan Montero y Blanco: 419. Sin embargo, por la razón que fuere, no hay constancia de que se imprimiera con carácter póstumo ninguna de las obras de Viana. Y en cuanto a las editadas en vida, algunas fuentes le atribuyen una selección de poemas del italiano Mateo Boyardo que se habría publicado bajo el título de Varias poesías (Madrid, 1591). No obstante, no encontramos rastro alguno de esta obra y pensamos que se trata de una confusión con una versión del Orlando enamorado de Boyardo debida a Hernando de Acuña, trabajo que, por tanto, nada tendría que ver con nuestro médico vallisoletano. El resto de su obra de traducción de la que se tiene noticia se conserva en diversos manuscritos y está compuesta por las versiones castellanas de la Arcadia de Sannazaro y de la Consolación filosófica de Boecio. Además, por el testimonio del propio Sánchez de Viana sabemos que a su pluma se deben igualmente otros tres volúmenes: los Equívocos morales del doctor Viana, que no llegaron a darse a la imprenta, y dos obras hoy perdidas: cierta Poliantea y un poema sobre La excelencia del hombre.
De todos estos trabajos, el más conocido después de la traducción y comentario de las Metamorfosises la versión castellana de la Consolación filosófica (que es donde alude Sánchez a su Poliantea). Aunque se desconoce la fecha de su composición, es en todo caso posterior a la traducción de las Transformaciones: pues no solo abundan en el texto las referencias a dicho trabajo, sino que en el título se indica claramente que el autor de la traducción de Boecio es «el doctor Pedro Saynz de Viana» (variante frecuente de su apellido patronímico, como también lo es la forma Sanz). Así pues, ese el grado académico que ostentaba nuestro médico en el momento de componer este trabajo.
El volumen contiene los cinco libros de que consta el tratado de Boecio, respetando la combinación de verso y prosa de la obra original. Al igual que en la versión del poema ovidiano, también en este caso la obra se acompaña de extensas Anotaciones. Estas aparecen a partir del folio 79, pero el autor indica junto al título que «este prólogo ha de estar antes de los versos al principio del libro», lo que parece dar a entender su voluntad de darlo a la imprenta, cosa que no llegó a suceder. Por otro lado, también en este caso nuestro médico y humanista ofrece una semblanza bibliográfica del autor del texto que traduce, como hiciera en su momento con el poeta de Sulmona.
Asimismo, como en el caso del Comento a las Transformaciones, estas notas se basan en numerosos autores: no solo grecolatinos, sino también medievales y contemporáneos. Montero y Blanco: 425 ofrecen una nómina que va «desde Dante, Ariosto, P. Valeriano, Petrarca, Aenea Silvio, hasta los españoles Luis Vives, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de Granada, Juan de Mena, Pérez de Oliva, Fr. Valles, etc.». Sin embargo, añaden estos estudiosos que los comentarios del pucelano dan la impresión «de reducirse en muchas ocasiones a una relación de citas de estas autoridades» (Montero y Blanco: ibíd.). Por otro lado, la finalidad de esta traducción de la Consolación es moralizante, y viene a unirse a otras versiones contemporáneas como las de Fray Alberto de Aguayo, Agustín López y Esteban Manuel de Villegas.
Por lo que se refiere a los Equívocos morales del doctor Viana, la biblioteca de la Real Academia de la Historia custodia un manuscrito de esta obra, el cual se halla sin digitalizar. En el catálogo informatizado de dicha institución figura escuetamente la indicación [16…] como fecha de «publicación» [sic]; si bien, hasta donde sabemos, el texto completo de la obra permanece inédito, aunque sí se han editado algunos fragmentos.
En concreto, José Francisco Pastor publicó el prólogo de los Equívocos, en el que encontramos una referencia que puede darnos una pista sobre la datación de esta obra. Nos referimos a una alusión a las Antigüedades y excelencias de Granada, de Francisco Bermúdez de Pedraza, que se imprimieron en 1608, de lo que inferimos, por tanto, que los Equívocos son posteriores. Este prólogo fue recogido en el volumen Las apologías de la lengua castellana en el Siglo de Oro, selección de textos recopilada y estudiada por don José Francisco. Y en efecto, dichas páginas de Viana incluyen una defensa encendida de los méritos de nuestra lengua, la cual, según se indica en ellas, «traduce de qualquiera otra con tanta propiedad y tan facilmente que casi haze lo que manda Horacio procurar hazer el buen traductor que si es posible sea guardando las mismas sentencias y las mismas palabras [mientras que] la toscana en lugar de traducir suele hazer digressiones muy agenas de lo que va traduciendo, como le acaece al Anguilara que traduxo a Ouidio y a otros» (apud Pastor: 183-184).
Por su parte, en su Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos (Madrid, 1889) Bartolomé José Gallardo (columnas 1032-1040) reproduce no solo buena parte de este mismo prólogo de los Equívocos, sino también una antología de diversos fragmentos de la obra. Según el bibliógrafo pacense, el manuscrito existente en la biblioteca de la Academia de la Historia sería el autógrafo original. Y añade que los Equívocos se componen de 206 coplas, si bien matiza que «la poesía del autor no vale tanto como su prosa» (Gallardo: col. 1034); pues, según podemos comprobar en estas páginas, la parte en verso viene, de nuevo, acompañada por la correspondiente explicación en prosa.
Esta selección textual elaborada por Gallardo resulta realmente clarificadora a la hora de completar la información disponible sobre la figura de nuestro médico y traductor. En efecto, la alusión al «doctor Viana» que aparece en el título de los Equívocos morales podría dar pie a cuestionar la autoría de Pedro Sánchez de Viana; aunque en realidad la incertidumbre no es mayor que la que pudiera suscitar el título de la versión de las Metamorfosis, que como hemos visto se refería al autor como «el licenciado Viana», pues este era el grado universitario que ostentaba en el momento de su publicación. No obstante, la antología publicada por Gallardo (col. 1035) incluye un pasaje clave para despejar la incógnita: el situado en el folio 22, donde el autor de los Equívocos plantea la siguiente reflexión: «En ninguna especie de animales hay tanta diferencia del mejor al peor, como en la especie humana: porque no hay perro, por ruin que sea, que no se parezca en mucho al mejor de su género: y esto mismo es en los demás brutos. Pero entre los hombres no pasa ansí: porque ha habido muchos que exceden a los Angeles, y muchos peores que los demonios. Y esto quiso dar a entender la Antigüedad en su fabulosa teología, que Ovidio refiere en sus Transformaciones, y yo traduje y comenté (item las citas, fol. 27), cuando cuenta la transformación de Licaon en lobo, de Tereo en abubilla, de los compañeros de Ulises en puercos… queriendo decir que sus condiciones no eran de hombres». El subrayado es nuestro, pero fue Mª Rosa Alonso quien sacó a colación este mismo pasaje –aunque al parecer lo tomó de otro lugar (al que no hemos tenido acceso), pues la selección de Gallardo se habría publicado también en el Catálogo de la Sociedad Hispánica de Nueva York–; y fue precisamente para determinar que la autoría de los Equívocos corresponde al vallisoletano (y no al poeta canario Antonio de Viana –como erróneamente había indicado Cioranescu, según reporta la propia Alonso–; poeta, este último, del que, añadimos, ofrece noticia el Ensayo de Gallardo en la entrada siguiente a la de Sánchez de Viana).
Cabe añadir que es también en la selección de los Equívocos ofrecida por Gallardo (folio 171; col. 1040) donde el médico y humanista pucelano alude a su poema dedicado a la Excelencia del hombre, así como a otras varias composiciones líricas de juventud.
Tradición textual
Casi todas las obras conservadas de Sánchez de Viana –tanto la traducción ovidiana y su Comentocomo los manuscritos inéditos– se encuentran digitalizadas y se pueden consultar en línea. En cuanto a la fortuna editorial de las Transformaciones, aparte de la edición príncipe de 1589 –que posiblemente conociera diversas reimpresiones, aunque no nos ha sido posible confirmar este punto– no encontramos ediciones posteriores hasta finales del siglo XIX.
Recepción socio-literaria
Como resulta evidente, el hecho de que Sánchez de Viana solo diera a la imprenta su versión de las Metamorfosis imposibilitó la difusión del resto de su producción. No obstante, tal circunstancia se vio ampliamente compensada con el enorme éxito cosechado por este trabajo, que le otorgó un notable prestigio. Según Díez y Monterroso: 459-460, «es una obra de enorme influencia en la sociedad de su tiempo, convirtiéndose, junto con la Filosofía secreta de Pérez de Moya, posiblemente en una de las principales fuentes del conocimiento mitológico a disposición de los artistas e intelectuales de la época».
En efecto, según parece, es esta la traducción del Libro Mayor que manejó Baltasar de Vitoria para la composición de los dos volúmenes de su Teatro de los dioses de la gentilidad (Salamanca, 1620 y 1623). Pero más aún que la traducción, sería el Comento al poema ovidiano lo que más influiría en los autores de nuestro Siglo de Oro que abordaron alguno de los mitos clásicos en sus comedias, autos sacramentales y fábulas mitológicas; obras que acusan en mayor o menor medida la huella de las Anotaciones del pucelano.
Recepción crítica
Como ya se ha indicado, la traducción de las Metamorfosis llevada a cabo por Sánchez de Viana ha conocido algunas reediciones modernas. No obstante, ninguna de ellas supone una edición crítica de la obra completa, ya que no incluyen ni los preliminares ni las Anotaciones, como tampoco las ilustraciones de la edición original. Por el contrario sí aparece en estas ediciones cierto aparato crítico.
Así, en 1887 la traducción fue reeditada por la Librería de la viuda de Hernando y Cª, en dos volúmenes: el primero, que contiene los libros I a VIII, va precedido de una «Advertencia Preliminar» cuyo autor no consta (como tampoco el de las notas al pie que acompañan a la traducción; autor que probablemente sea el mismo que el de dicha «Advertencia»); mientras que el segundo tomo se cierra con un «Índice General» en el que se ofrece un «Argumento» de cada uno de los libros al que sigue una relación de las «Fábulas contenidas en este libro». Esta edición pasaría en 1910 a la Biblioteca Clásica de los sucesores de Hernando.
Ya a finales del siglo XX aparecería la edición más moderna, a cargo de Juan Francisco Alcina(Planeta, 1990). Esta edición reúne en un solo volumen los quince libros, precedidos de una «Introducción» a cargo de Juan Francisco Alcina, autor también de las notas al pie. En esta introducción se ofrecen algunas referencias al trabajo de Sánchez de Viana, incluyendo alusiones a las Anotaciones.
Por lo que se refiere a los estudios que se han ocupado de Sánchez de Viana, se centran, básicamente, en las versiones de Ovidio y de Boecio. José Mª de Cossío aborda ambas obras del vallisoletano en el primer volumen de su extenso trabajo sobre las Fábulas literarias en España. También Menéndez y Pelayo se ocupó de nuestro autor en la Biblioteca de traductores españoles. Por su parte, la versión de la Consolación de la Filosofía de Boecio llevada a cabo por Sánchez de Viana es objeto de un artículo de Enrique Montero Cartelle y José Ignacio Blanco Pérez al que ya nos hemos referido. También aluden de forma mucho más escueta a nuestro médico y humanista –como a los demás traductores de las Metamorfosis– todos aquellos investigadores que se han ocupado de estudiar las versiones castellanas de alguno de los mitos clásicos a lo largo del tiempo; pues en este tipo de trabajos resulta de obligada referencia la visión que de cada mito vertieron al castellano los diversos traductores de Ovidio a nuestra lengua.
En cuanto a las opiniones y juicios críticos sobre Sánchez de Viana, de nuevo es su traducción del texto ovidiano la que ha suscitado mayor interés. Entre estas opiniones, solo una resulta desfavorable: la del poeta portugués Antonio Feliciano del Castilho, quien –según reporta Menéndez y Pelayo– califica de «pésima» la versión de Sánchez de Viana en el prólogo de su propia traducción del poema latino, editada en 1841. Por el contrario, para Ticknor, la versión de las Metamorfosis llevada a cabo por el vallisoletano es «una de las mejores que se hicieron en el siglo de oro de la literatura española». Al respecto de estas dos opiniones, observa el polígrafo montañés: «Infiérese de aquí, naturalmente, que la traducción será buena o mala, pero no mediana; las medianías no provocan tan encomiásticos elogios ni tan ásperas censuras». Añade por su parte el insigne polígrafo que la traducción de Sánchez de Viana le ha parecido «generalmente fiel y ajustada al texto de Ovidio, salvo tal cual descuido en la inteligencia del sentido. Entendía Viana al poeta de Sulmona, cuyo espíritu en parte reproduce y en parte no menor deslíe y echa a perder con excesivas amplificaciones. El mayor defecto de esta versión es la flojedad y el desaliño, harto frecuentes y lamentables, en la versificación». Pese a esto último, Menéndez y Pelayo considera esta obra del médico pucelano superior a las traducciones castellanas anteriores; y a su juicio nuestro autor «puede ocupar un buen puesto en el coro de los intérpretes de Ovidio, aun de los posteriores a su edad». De parecida opinión es Narciso Alonso Cortés, quien indica: «a fe que su trabajo iguala, y aun pudiera decirse que sobrepuja, a las más notables versiones que por entonces se hicieron de obras clásicas, incluyendo la Farsalia, de Jáuregui, y la Tebaida, de Juan de Arjona». Por su parte, José Mª de Cossío califica a Sánchez de Viana como «el más importante de los traductores españoles de las Metamorfosis de Ovidio» y añade que el influjo de dicha traducción en el desarrollo de las fábulas mitológicas es «muy considerable, como muy considerable es su valor poético».
Bibliografía citada
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Otra biografía
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Enlaces
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- Larramendi [19-julio-2019]
Responsable: Fernández López, Esther.
La Dra. Esther Fernández López es profesora asociada en la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia (Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura – Unidad de Español).
Revisión: Grupo de investigación LETRA.
Cómo citar y DOI del artículo:
Fernández López, Esther, «Pedro Sánchez de Viana», Diccionario de autores literarios de Castilla y León (base de datos en línea), dir. y ed. María Luzdivina Cuesta Torre, coord. Grupo de investigación LETRA, León, Universidad de León, julio 2019. En línea en <https://letra.unileon.es/>. DOI: https://doi.org/10.18002/dalcyl/v0i8
Editado en León por © Grupo de investigación LETRA, Universidad de León. ISSN 2695-3846.
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